- La directora general del INBA entregó la presea al bailarín y coreógrafo
- La comunidad artística elogió la trayectoria del también promotor cultural
“Esta noche luminosa, de libertad creativa, celebramos más de tres décadas de trabajo dedicadas al arte escénico de un artista que lo mismo ha sido bailarín, coreógrafo, director de escena, actor, productor y funcionario cultural, y que ha impreso su huella en la historia de la danza contemporánea mexicana”.
Así se refirió la directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), María Cristina García Cepeda, al entregar la Medalla Bellas Artes a Marco Antonio Silva por sus 38 años dedicados al arte en México y otras partes del mundo.
La noche del lunes 10 de noviembre, llena de anécdotas y recuerdos, la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes se vio colmada de amigos, compañeros, familiares, colegas y miembros de la comunidad escénica para ser testigos de la entrega de la máxima presea del INBA al fundador de la compañía Utopía Danza/Teatro y protagonista de numerosas puestas en escena de danza, teatro, ópera y cine.
La titular del INBA calificó al galardonado como un amigo y cómplice. Comentó que en sus inicios en el arte, Silva quiso ser actor, pero la danza se atravesó en su camino como una sorpresa, y la disciplina y el rigor de este arte lo cautivaron.
“A nombre del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y del Instituto Nacional de Bellas Artes me es grato hacerte entrega de esta medalla con la cual reconocemos tu talento, tu constancia y la pasión con la que te has empeñado en construir una tradición y un futuro para la danza contemporánea mexicana”, refirió María Cristina García Cepeda.
Agregó que la Medalla Bellas Artes “es un agradecimiento por haber elegido el arte como destino y forma de vida, por ser un ejemplo de rebeldía encauzada hacia el arte y por tu enorme capacidad para transformar la realidad en movimiento.
“Gracias por despertar nuestra imaginación con tus coreografías y, sobre todo, por la valentía de ser un creador escénico que, como tú mismo dices, camina sobre el campo minado que es la escena, sortea peligros, toma decisiones, corre riesgos y es audaz para crear una obra de arte”.
Asimismo, aseguró ante el numeroso público que “hoy, gracias al esfuerzo y convicción de Marco Antonio Silva, nuestra danza contemporánea, y con ella muchos bailarines, coreógrafos y compañías, navega sobre mejores aguas hacia el futuro”.
A la ceremonia acudieron, por invitación del propio galardonado, maestros, compañeros y alumnos del artista. Ya desde un principio, a través de un video proyectado, directores de escena como Raúl Quintanilla, Luis de Tavira y Raúl Parrao emitieron elogiosos comentarios sobre el trabajo de Silva. Quintanilla lo calificó de valiente y atrevido, De Tavira se refirió a él como “un artista intuitivo”, y Parrao, como un “visionario de la danza”.
Pero aún más artistas acompañaron al creador e intérprete, como la coreógrafa Gladiola Orozco, quien se jactó de haber sido su primera maestra de danza cuando ya tenía él 23 años de edad, “un poco tarde para un aspirante a bailarín. No me equivoqué al encauzarlo”, sostuvo.
“Cuando lo conocí puse una rodilla en tierra”. Y contó: “Formamos Utopía, y luego juntos creamos cerca de 17 compañías en Ecuador, Bolivia, Chile, Nicaragua –donde defendimos juntos al país–, Cuba y México. Por eso y mucho más, a este monstruo lo queremos y le agradecemos”, dijo por su parte el promotor cultural Rodolfo Reyes.
Durante su intervención, el director de escena Hugo Arevillaga comentó que conoció a Silva cuando era apenas un aspirante a actor en el Centro Universitario de Teatro. “Marco Antonio Silva desentrañó lo que yo quería ser: un director de escena. Luego lo invité a trabajar en muchos proyectos. Hoy, por la amistad que me dio, lo considero el hermano mayor. Él es el tipo de artista que el país necesita hoy urgentemente”, concluyó.
En los mismos términos se refirió el joven coreógrafo Mauricio Nava, director de la compañía Circo Contemporáneo, quien conoció a Silva cuando dirigió una comedia musical para un colegio particular. Silva le reconoció talento para la danza y animó a estudiar en forma. Recientemente, Nava recibió el Premio Nacional de Danza Guillermo Arriaga.
El historiador Ricardo Pérez Monfort, compañero de adolescencia de Silva, lo recordó en varias escenas: cuando lo invitaba a comer a su casa de jóvenes, cuando el padre de Silva los ponía a ensayar obras de teatro guiñol y cuando presentó un examen a nombre de Marco Antonio y pasó la materia que le faltaba para salir de la preparatoria.
Por último, Raúl Quintanilla se refirió al poder de Marco Antonio Silva para convencerlo de estudiar teatro: “Yo tenía la vida resuelta, pero por algo me inscribí a un curso donde me encontré a Silva. Me pregunté, ‘¿qué diablos hago aquí?’, y él fue quien me descubrió que deseaba ser director de escena.
“Con su capacidad de trabajo y su generosidad, Marco me enseñó que yo quería estar en el teatro, pero no vivir de ello; el teatro es un acto de generosidad. Él es lo que considero un amigo capital y comprendí que detrás de la rudeza que aparenta Silva hay un hombre generoso con el deseo doloroso de durar, de sobrevivir. Ojalá nos dure muchos años más”, concluyó.
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