- La noche de los mayas de Revueltas, el Concierto para violín y orquesta en re mayor, Op. 35 de Chaikovski y la Suite Panambí, Op. 1a, de Alberto Ginastera conforman el programa
- Vadim Gluzman, violinista israelí, participará como solista invitado
- El viernes 26 de abril a las 20:00 horas y el domingo 28 a las 12:15 en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes
La noche de los mayas, una de las obras más reconocidas de Silvestre Revueltas, será interpretada en el décimo programa de la temporada anual de conciertos 2013 de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN), el cual también estará integrado por el Concierto para violín y orquesta en re mayor, Op. 35, de Chaikovski, y la Suite Panambí, Op. 1a, de Alberto Ginastera.
Esta pieza de Revueltas, considerado como uno de los compositores fundamentales de nuestro país, fue escrita ex profeso para la película homónima de Chano Urueta, realizada en 1939. Al respecto de esta obra, el crítico musical José Antonio Alcaraz afirmó que “permaneció largo tiempo soslayada como escenografía auditiva del producto cinematográfico petrificado que dirigió Chano Urueta.” Por otra parte, el crítico cinematográfico Jorge Ayala Blanco se refirió a La noche de los mayas como un “ambicioso monumento a la cámara petrificada.”
La coincidencia de los términos empleados por ambos críticos resulta significativa. En efecto, los fragmentos musicales de Revueltas para el filme de Urueta permanecieron dispersos y desconocidos hasta que, a principios de la década de los sesenta, el director de orquesta José Ives Limantour los editó en cuatro grandes bloques, de los cuales dos resultan especialmente interesantes: el primero,Noche de los mayas, que sintetiza la carga atmosférica y el contenido temático de toda la obra, y el tercero, Noche de Yucatán, que contiene un conocido canto maya titulado Konex, konex. Esta es una de las escasas ocasiones en que Revueltas citó literalmente materiales musicales ya existentes.
La OSN, que será dirigida por su titular, Carlos Miguel Prieto, comenzará el décimo programa de la actual temporada con la interpretación de la Suite Panambí, Op. 1a, del compositor argentino Alberto Ginastera (1916-1983). Desde el punto de vista de su lenguaje y de las influencias que pueden detectarse en esta partitura, Panambí es una interesante mezcla de elementos melódicos con importantes componentes de diversos lenguajes musicales del siglo XX. De esta forma, es inconfundible la referencia al Stravinski de La consagración de la primavera, cuyos parámetros rítmicos aparecen aquí bien combinados con la estética melódica de la música folclórica latinoamericana.
Sin embargo, esto no quiere decir que Panambí sea una estructura sonora anclada fundamentalmente en el ritmo, ya que en la partitura se pueden encontrar también momentos de gran lirismo, a través de un diseño melódico de gran alcance. Como contraste a este lirismo de corte vernáculo, Ginastera propone el uso de la disonancia como línea de conducta a lo largo de la partitura. A todo ello se pueden añadir algunas referencias tangenciales a otros elementos modernos del lenguaje musical: hay algunos momentos en Panambí en que el compositor parece acercarse al pensamiento serial. El tema con el que Ginastera describe al hechicero está formado por los doce sonidos de la escala cromática, aunque el tratamiento no es estrictamente dodecafónico.
Por otra parte, el Concierto para violín y orquesta en re mayor, Op. 35, de Chaikovski, no fue tan popular en su estreno, puesto que recibió algunas críticas poco amables. El concierto fue estrenado por el violinista Adolph Brodski en Viena, el 4 de diciembre de 1881 con la Filarmónica de Viena, bajo la batuta de Hans Richter.
Chaikovski compuso este concierto durante la primavera de 1878, durante su estancia en Suiza en compañía de Joseph Kotek, un notable violinista ruso que ayudó al compositor con la parte solista, haciendo indicaciones de técnica, arcadas y otros detalles. La obra, desde que fue terminada, corrió con mala suerte a manos de varios instrumentistas. Para empezar, Kotek se rehusó a estrenar el concierto, por lo que Chaikovski dedicó la obra a Leopold Auer. A su vez, Auer declaró, después de estudiar la partitura, que el concierto era poco “violinístico” y que no se podía tocar. Finalmente, Adolph Brodski se comprometió a estrenar la obra, pero lo hizo a regañadientes, haciéndole saber a Chaikovski que él mismo no apreciaba mucho la obra.
El paso del tiempo le dio la razón a Chaikovski. El violinista Brodski se hizo famoso con la ejecución de esta obra, y Leopold Auer decidió finalmente que el concierto sí se podía tocar: lo hizo en repetidas ocasiones, con gran éxito de público. La obra se consolidó entonces como uno de los conciertos para violín de mayor renombre y prestigio en la historia de la música.
En el concierto que ofrecerá la OSN, el violinista israelí Vadim Gluzman participará como solista invitado. Galardonado por la crítica y la audiencia como un ejecutor con gran profundidad, virtuosismo y magnífica técnica, Gluzman se ha presentado alrededor del mundo como solista y en dueto junto con su esposa, la pianista Angela Yoffe. Al inicio de su carrera, Gluzman fue apoyado por Isaac Stern, y en 1994 recibió el premio Henryk Szeryng Foundation Career. Gluzman toca el Stradivarius de 1690 de Leopold Auer, como préstamo a través de la generosidad de la Stradivari Society of Chicago.
Vadim Gluzman ha participado con varias de las mejores orquestas del mundo como la London Philharmonic, la Chicago Symphony y la Israel Philharmonic, y ha colaborado con los directores más prominentes del mundo, como Yehudi Menuhin, Neeme Järvi, Andrew Litton, Marek Janowski, Itzhak Perlman, Peter Oundjian, Dmitri Kitaenko, Paavo Järvi, Jésus López-Cobos, Yan Pascal Tortellier, Claus Peter Flor y James DePriest. Nacido en 1973 en Ucrania, Vadim Gluzman comenzó sus estudios de violín a los siete años. Antes de mudarse a Israel en 1990, estudió con Zakhar Bron y Yair Kless en Tel Aviv. También estudió en los Estados Unidos con Arkady Fomin y en la escuela Juilliard.
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